domingo, 20 de enero de 2008

MUERTE, SANTOS, COLOR Y FIESTA

Pues yo no soy mucho de entierros, y el tema de la muerte de personas que quiero no sé manejarlo bien, ni el de mis abuelos fui o me mantuve muy distante, y por qué? por el simple hecho que para mí tener un buen recuerdo de lo que fueron en vida. Para que marcarme con un recuerdo tan impactante de su muerte si puedo vivir con los que me dejaron, que serán mejores que el de ese día que podría opacar lo otro.

Lo peculiar de todo esto es que por costumbre religiosa católica se instaló el 1º de noviembre como día de todos los santos, (día 2º es día de todos los muertos) según muchas fuentes en internet dirán muchas cosas pero lo que pocos hablaran serán como esa mezcla entre lo pagano, místico y santo que se da cada año en el cementerio más grande de sudamérica(o el más grande o segundo más grande, bueno el punto es que es inmenso de todas formas).

Es el cementerio ubicado en el distrito de “Villa María del Triunfo” conocido como “El Cementerio Municipal Virgen de Lourdes” es un gran arenal que desde la entrada se divisan los nichos pero cuando acaban estos en cada loma acoge a muchos otros difuntos que yacen bajo su tierra entre cruces y piedras.

En este lugar lejano y polvoriento, encuentras de todo un poco lágrimas, risas y vendedores de toda clase de cosas, uno camina y camina, ve muchas caras y una formas distinta de sobrellevar a la ausencia del ser muy querido que de cierta manera ese día se hace presente, entre conjuntos musicales, orquestas y bailarines, así es que se le festeja como si fuese su cumpleaños.

Nosotros (un amigo fotógrafo y yo) no éramos los únicos curiosos infiltrados en esa aventura de caminar entre muertos desconocidos, también la prensa, otros fotógrafos, centros de estudios y demás gente transitaba en el lugar, algunos buscando a su ser querido, limpiando, decorando, pintando las piedras que acompañaban a la cruz y flores que adornaban la sepultura improvisada.

Si ibas con tus niños pequeños pues aburrirse o llorar no era la única opción que tenían, ya que había juegos mecánicos para distraerse, es decir se asemejaba a un club de recreación, donde pasar una tarde en el cementerio era tan placentero como ir a un supermercado. Por la tarde asomaban algunas cervezas heladas entre familiares y amigos, y un carro grande municipal refrescaba rociando agua al más sediento o distraído que caminaba bajo el inclemente sol, y si el lugar donde estuviera sepultado estaba lejos una mototaxi te acercaba al fallecido.